Artaiz. Retomamos la carretera NA-234, a la derecha, hacia Urroz y nuevamente a la derecha a 2 Km. NA-2400 Artaiz a 3 Km.
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No existen documentos del s. XII referidos a esta población o a su iglesia. Se especula que pudo ser de los Almoravid, un linaje de ricos hombres que
tuvieron cargos importantes en el reino de Pamplona en los siglos XII y siguiente, ya que en el siglo XIII les fueron confiscados diferentes
propiedades, entre las que se encontraba Artaiz. Pasada la mitad del s. XVI tenía once fuegos, ocho hidalgos y tres labradores.
Las imágenes de esta portada dan pie a muchas interpretaciones y controversias. Pongo a continuación tres ejemplos:
La iglesia de San Martín, se dice que es una de la más bellas del románico rural navarro, aunque fue reformada
siglos después, conserva una preciosa y completa portada.
Ésta se encuentra en el lado de la Epístola, es abocinada, con tres arcos de medio punto abocelados, con una somera decoración de rosetones de ocho pétalos en el intradós superior, cerrando al exterior con un taqueado jaqués a modo de guardalluvias. Descansan los arcos en tres columnas a cada
lado, con capiteles de fino y cuidado trabajo.
De izquierda a derecha vemos el primero esculpido con motivos vegetales, a continuación un enigmático trifronte
con sus dos caras laterales soplando agarrándose a unos tallos que envuelven a su vez dos caras cuyas cabezas están como absorbidas por hojas; el último de la
izquierda parece estar compuesto de dos niveles con imágenes de desproporcionado tamaño en la parte inferior dos animales de difícil identificación, encima una
figura humana que parece portar algo en la mano que se lo lleva a la boca y que adopta una postura extraña, a su derecha una cabeza enorme de ave y a su
izquierda una cabeza muy grande de hombre, que da paso a su vez y a su izquierda a otra figura humana totalmente desproporcionada que está como desempeñando
algún trabajo.
En el primero de los de capiteles de la derecha, al lado de la puerta, vemos dos jóvenes que parecen van a iniciara una pelea con dos aves encima que les pica la
cabeza, a su derecha una extraña bestia mantiene su lomo un personaje en una difícil postura. El siguiente dos arpías se entrelazan la cola y vuelven la
cabeza para mirar al espectador. En el último, muy estropeado, en el rincón izquierdo una pequeña figura humana se señala la mejilla, a su derecha
parece superponerse dos animales cuadrúpedos y a la derecha otro animal difícil de identificar pone una de sus patas sobre su cabeza.
Por encima unos cimacios trabajados con una retícula, se unen a modo de imposta corrida. Encierran un tímpano, sobre ménsulas (la izquierda muy pequeña con una cara
humana barbada y la derecha una cabezota de animal bastante deteriorado), con un Crismón al que acompañan a cada lado unos
círculos con flores de seis pétalos en su interior.
Además la portada presenta en las enjutas un león a cada lado, el de la izquierda está devorando un hombre y tiene otro entre las patas,
agarrándose a las delanteras; en el de la derecha, entre las patas aparece un hombre sonriente
medio recostado sobre el suelo, agarrándose con la mano izquierda a la pata del león. Encima tenemos una hermosa colección de bien tallados canecillos que franquean unas historiadas metopas de gran calidad, tanto simbólica como iconográfica.
Como podemos ver en el álbum de Fotos, el primer canecillo es un músico tocando una lira, que da paso a una metopa en la que se representa el peso de las almas,
con San Miguel y el diablo. A continuación una bailarina y sigue otra metopa en la que vemos la celebración de la Misa y otro canecillo deteriorado, que pudiera
ser otro músico tocando un albogue. Ahora tenemos a Jesucristo bajando a los infiernos y tendiendo la mano a Adán para sacarle de las fauces de Leviatán.
Nuevo músico tocando un rabel, con lo que vemos a continuación a Abraham en el sacrificio de Isaac. Después una inquietante parturienta con una vasija en la
mano derecha, pariendo un niño que lleva un cuchillo en la mano. Pasamos al banquete del rico Epulón con el pobre Lázaro a los pies. Un can de un itifálico
mutilado, unos caballeros se enfrentan con lanzas y para terminar un monje guerrero.
El edificio en sí, tiene poco valor, con una nave de cuatro tramos con torre a los pies y ábside semicircular. Se añade una capilla al lado del Evangelio que da paso a la
sacristía al norte del ábside. La cubierta es de bóveda de cañón apuntado en los dos primeros tramos, de crucería en los
otros dos y de horno en la cabecera.
Terminamos la visita contemplado los canecillos que sustentan el alero del tejado, de gran calidad y bastante bien conservados.